Kil´jaeden y el Pacto de las Sombras
Criptoglifos draenei.
Desde la eternidad de las sombras, en el Torbellino del Vacío, Kil´jaeden el Embaucador observa con perversa sonrisa un pequeño mundo que, inocente, flota en el espacio. El astuto demonio está planeando su silenciosa invasión. Una invasión de las conciencias. Kil'jaeden sabe que necesita despertar una nueva fuerza que destruya todo a su paso antes de que la Legión ponga el primer pie sobre el mundo. Igual que cientos de mundos antes, Draenor sería el siguiente objetivo de la Legión. Si las razas mortales se veían obligadas a combatir en una nueva guerra, deberían estar lo suficientemente débiles como para resistir cuando la verdadera invasión iniciara.
Kil´jaeden había descubierto el pacífico mundo de Draenor, en la gran inmensidad de la oscuridad más allá. A diferencia de los violentos métodos de Archimonde y Mannoroth, Kil’jaeden era más sagaz y astuto, y prefería lograr la conquista de los mundos mediante el engaño. Su método era sencillo: descubrir las ambiciones y bajos instintos de sus víctimas, e inflamarlos para su beneficio.
Draenor estaba habitado por varias razas tan distintas como impresionantes. Los draenei, una raza pacífica, habían desarrollado una civilización culturalmente más adelantada que el resto, con el descubrimiento de la agricultura y los rituales mortuorios. La otra raza, los orcos, creían firmemente en los principios elementales de la naturaleza, y su cultura se basaba en las enseñanzas del chamanismo, la cual prodigaba la comunión estrecha con los espíritus de la naturaleza. Los orcos estaban organizados en clanes, dirigidos por un jefe, que no es otro que el más fuerte de todos los guerreros, y un chamán, quien desde su juventud ha sido entrenado y educado por un maestro. Sus costumbres básicamente se basaban en la cacería y tenían un amplio sentido del honor.
De las dos razas, Kil'jaeden escogió a los fuertes guerreros orcos porque sus espíritus simplemente eran más susceptibles al mal y la corrupción, y porque su biotipo favorecía la brutalidad de la guerra. Dicen las historias, no podemos a ciencia cierta saberlo, que el demonio habló al alma de un viejo chamán orco, llamado Ner’zhul, y le prometió la eternidad y amplios poderes más allá de su imaginación. Ambos hicieron un pacto de sangre. Bajo la dirección del astuto chamán, el demonio inflamaría la guerra en el corazón de los clanes orcos. Con el tiempo, la espiritual raza fue transformada en un pueblo sediento de sangre. Se construyeron arenas para gladiadores, y los orcos comenzaron a cazar a los draenei como si fueran animales. Solamente unos pocos draenei, bajo el mando de uno de sus chamanes, Akama, habían logrado sobrevivir dentro de algunas cuevas.
Entonces, Kil'jaeden urgió a Ner'zhul y a su pueblo de tomar el ultimo paso: entregarse enteramente a la muerte y la guerra. Pero el viejo chamán, sintiendo que su gente sería esclavizada para siempre, resistió las órdenes del demonio.
Frustrado por la resistencia de Ner'zhul, Kil'jaeden decidió buscar otro orco que llevara a su pueblo a las manos de la Legión. El persistente demonio finalmente encontró el discípulo ideal en el ambicioso aprendiz de Ner´zhul, Gul’dan. Kil'jaeden prometió a Gul'dan poder ilimitado si le era obediente. El joven orco, sediento de poder, se convirtió en un bravo estudiante de la magia diabólica, y se transformó en el más poderoso brujo conocido en la historia. Guiando a otros jóvenes orcos a olvidar las tradiciones chamanísticas y abrazar las artes mágicas, Gul´dan les mostró una nuevo tipo de magia a sus hermanos, un terrible poder que los llevaría a la perdición: la brujería y la nigromancia.
Kil'jaeden, viendo que su trampa sobre los orcos había funcionado, ayudó a Gul'dan a fundar el Concejo de las Sombras, una secta secreta que manipulaba a los clanes y extendería el uso de la brujería en todo Draenor. Mientras más orcos practicaban las artes mágicas de los brujos, los gentiles campos de Draenor se volvieron negros e infestados. Con el tiempo, las vastas praderas de que fueron hogar de los orcos por generaciones, se convirtieron en barro y aceite. Las energías demoníacas lentamente habían matado al pequeño mundo.
Apogeo de la Horda.
Las historias de batallas y victorias siempre son recordadas, y en el pasado, se han levantado líderes que con cada asalto documentan el pasado. A pesar de ser líderes en guerra, estos jefes han demostrado poca acción con las palabras escritas. “Thok contar interesante historia. Ellos hicieron caer mi, pero mi bien. Mi encontrar muchas cosas buenas para comer. Nosotros encontrar villa. Nosotros matarlos y comer su comida. Thok detenerse ahora. Cabeza duele de escribir”. El hecho es que yo soy mitad orca, con linaje humano, lo que combinado con las habilidades y las enseñanzas que he adquirido durante mis viajes, me ha permitido adquirir este elevado puesto. Como jefe de intérpretes del Concejo de las Sombras, el deber de preservar los acontecimientos de nuestra conquista de este mundo y la eventual cruzada en la nueva tierra, ha caído sobre mis hombros. Yo, Garona, les escribo esta historia…
Nuestras reglas de vida son sencillas: solamente el más fuerte sobrevive. Una decisiva victoria en batalla eleva al comandante y a sus guerreros a un lugar de honor y control. Pero mientras más alta la distinción, más dura la caída. Nuestro destino concerniente a la dominación sobre estas tierras ha sido ampliamente predicho por los místicos de los clanes por cientos de años. Muchas eras han pasado bajo el asalto de nuestras fuerzas, causando dolor y oscuridad a nuestro paso. Escondiéndonos en bosques o entre las rocas que miran al mar, nuestros ejércitos han destruido la patética resistencia que nuestros enemigos pueden ofrecer. Sus tropas mueren con cada asalto y cubren los campos, porque nosotros no tomamos prisioneros. Usando los poderes de nuestros brujos y nigromantes, ni siquiera el más poderoso de nuestros rivales puede permanecer de pie ante nuestro asalto. Uno por uno nuestros enemigos caen, y nosotros somos más fuertes con cada victoria. Con el tiempo, subyugando a todo el que se oponga a nuestro poder, y esclavizando a las razas más débiles para usarlas a nuestro placer, conquistamos a la naturaleza y las criaturas, para alcanzar el pináculo de nuestro apogeo.
Sin embargo, los orcos se volvían cada vez más agresivos bajo nuestro secreto control. Se construyeron masivas arenas donde saciaban sus deseos guerreros en ensayos de combate a muerte. Durante este periodo, unos pocos jefes de clanes hablaron en contra de la creciente depravación de su raza. Uno de estos jefes, Durotan del Clan de los Lobos de Hielo, advirtió que los orcos se destruirían a si mismos en una orgía de odio y furia. Sus palabras cayeron en oídos sordos, y jefes más fuertes como Grom Hellscream del Clan Warsong se elevaron como campeones de una nueva era de guerra y dominio. Pero las décadas de constantes luchas entre los clanes han servido para dividir nuestra raza contra nosotros mismos. Algunas facciones luchan por el dominio de los clanes. Sus insulsos argumentos se han vuelto un conflicto armado, y han tornado a los clanes en una guerra interna por la necesidad de destrucción que consume nuestra sangre. Si no existían tierras que tomar a los enemigos, entonces tomábamos las de nuestros hermanos.
El único clan que ignoró estos juegos de poder fueron los brujos. Recluidos en sus torres, ellos decían que un peligro estaba presente. Aunque a los nigromantes complacían estas batallas fraticidas que poblaban la tierra y el inframundo con ríos de sangre, los brujos temían que ningún orco lograra sobrevivir. Ellos se ocupaban de mantener el delicado balance que mantenía el control de sus poderes y se dedicaban a trabajar en su magia. Para mantener este equilibrio, las hordas orcas necesitarían de nuevas batallas contra un enemigo común. Fue durante este breve periodo en que tuvimos noticia de la existencia de una pequeña hendidura interdimensional. Muchos años han pasado los brujos estudiando estos misterios. Son incontables los numerosos ensayos y pruebas para llegar a la conclusión de que este fenómeno puede funcionar como un portal si logra ser dominado. Los brujos orcos empezaron a experimentar en él, haciéndolo cada vez más estable. Eventualmente, fueron hábiles de crear un pequeño portal, suficientemente grande como para enviar a uno de sus clanes del otro lado.
Las historias con que estos sujetos regresaron nos tenían casi convencidos de que la experiencia que habían dejado atrás los había enloquecido, pero las extrañas y desconocidas plantas que trajeron era evidencia segura de sus palabras. Esto motivó a la secta a convocar a los líderes más poderes de los divididos clanes y proponerles un cese de la guerra por un año. Al final de este tiempo, la secta les prometió el chance de reunirse para atacar un nuevo mundo.
Al cabo de tres meses, se envió un pequeño destacamento de tropas sobre el nuevo mundo. Un círculo azul de energía, de la altura de dos orcos y medio, dibujado delicadamente sobre una colina, fue del agrado de los jefes de los clanes. Siete guerreros entraron en el portal y volvieron con reportes detallados de las tierras y las criaturas que encontraron del otro lado. Conforme los brujos empezaron sus encantamientos para agrandar el portal, un sonido empezó – lentamente al principio - a escucharse como el aullido de un lobo negro durante una noche de una luna sangrienta. Cuando el sonido era casi insoportable, los guerreros se colocaron sobre el círculo, ahora vivo con miles de colores brillando en una danza cósmica…
El saqueo de la villa fue muy simple, es más difícil narrarlo. Un grupo de extraños e indefensos edificios fue el primer signo de que una verdadera oposición no sería encontrada. El cielo es luminoso y el sol de este mundo se eleva sobre las colinas. Es un disco amarillo luminoso dos veces más brillante que el nuestro, y hace los días extremadamente calientes. Ser una pequeña rata debe ser mucho más que pertenecer a la raza que domina este mundo. Pequeños, rosados y con músculos flácidos son estas criaturas. Los guerreros discuten entre ellos que, si estos son los defensores de este mundo, la victoria era solamente cosa de momentos. Saliendo de sus escondites, atacaron la villa y asesinaron todo lo que encontraron a su paso. Los machos ofrecieron alguna resistencia, pero las mujeres y los niños fueron fáciles de matar. Sus casas tenían pocas cosas de valor, pero estaban repletas de grano fresco, y además mostraron ser excelentes para dar de comer a las antorchas. Este nuevo mundo, vasto y extenso, con débiles protectores, probó ser una joya para adherir a la corona de los orcos.
Con el tiempo, hemos aprendido mucho de este nuevo dominio, y de quienes los habitan. Aunque son difíciles de entender en muchas formas, ellos han probado tener algunas similitudes con nosotros. Un golpe fuerte en la cabeza resulta en muerte. Sin comida se extinguen. El dolor les afecta en la misma forma que a nuestros enemigos, y ha demostrado ser efectivo para obtener información. El nombre de este lugar es Azeroth, y sus habitantes son llamados “humanos”. Con el tiempo, más y más guerreros han cruzado el portal hacia Azeroth. Algunos han llamado a tomar el castillo cercano a la villa que destruimos, pero la presencia de unos seres de piel plateada y metálica llamados “caballeros” ha demostrado tener mayor resistencia a nuestros asaltos. Muchos han llamado a cerrar el portal, mientras que otras facciones pugnaban por hacer un ataque contra los humanos con todas nuestras fuerzas.
Los clanes orcos estaban listos, pero se necesitaba una última prueba de lealtad ante nuestros oscuros amos. En secreto, el Concejo de las Sombras invocó a Mannoroth el Destructor, un poderoso demonio que encarna la destrucción y la ira. Nuestro gran líder brujo, Gul´dan, llamó a los jefes de los clanes y los convenció de beber la ira de la sangre de Mannoroth, con lo que se volverían invencibles. Liderados por Grom Hellscream, todos los jefes, excepto Durotan, bebieron y se convirtieron en esclavos de la Legión Ardiente. Con el poder de la ira de Mannoroth, los jefes extendieron su subyugación a sus hermanos. Han pasado 15 años desde que esta costosa decisión alteró el curso de nuestro destino.
Consumidos por la maldición de su nueva sed de sangre, los orcos descargaron su furia contra todos los que se interpusieron en su camino. Sintiendo que su tiempo estaba cerca, Gul´dan unió a los clanes guerreros en una simple e imparable HORDA. Sin embargo, era conocido que varios jefes lucharían por la supremacía. Dentro de este caos, surgió un orco que con astucia se ha atraído algunos seguidores. Con carismáticas manipulaciones y el uso de palabras adecuadas ha hecho su voz más fuerte conforme el tiempo pasa. Después de deshacerse de sus oponentes, pocos pueden ofrecer oposición a sus planes, y la ley del Señor de la Guerra Blackhand el Destructor, líder del clan Blackrock, cayó sobre nuestra gente. Su crueldad y dominio en la batalla es solo superado por sus ansias de poder. Ha estudiado que los principios por los que se rigen las estrategias de los ejércitos humanos pueden ser derrotados. La culminación de sus planes envuelve la unificación de todos los clanes y ejércitos orcos, brujos y nigromantes en la eventual destrucción de la raza humana.
La Horda está lista. Los orcos serán el gran arma de la Legión Ardiente. La Edad del Caos había llegado finalmente.