Las Centinelas y la Larga Vigilia
Con la partida de sus altaneros primos, los elfos nocturnos volcaron su atención en la seguridad de su patria. Los Kaldorei realizaron un poderoso conjuro druídico sobre las fronteras de Ashenvale, cerrando la entrada a ese bosque en un eterno misterio. Allí, permanecerían ocultos por cientos de años, sin contacto con otras criaturas o razas.. Los druidas, sintiendo que el tiempo de su hibernación estaba cercano, se prepararon para el sueño y dejaron atrás sus amadas familias y esposas. Tyrande, que se había convertido en Alta Sacerdotisa de Elune, le pidió a su amado, Malfurion, que no la dejara por el Sueño Esmeralda de Ysera. Pero Malfurion, honrado por entrar en los encantados Caminos del Sueño, se despidió de la sacerdotisa y le dijo que nada podría apartarle verdaderamente de su gran amor.
Sola para proteger Kalimdor de los peligros del nuevo mundo, Tyrande ensambló una poderosa fuerza entre sus hermanas elfas. Las mujeres guerreras, altamente entrenadas, sin miedo, se llamaron a si mismas las Centinelas. Su misión sería defender Kalimdor y patrullas los sombríos bosques de Ashenvale, y para esto contaban con numerosos aliados a quien llamar en tiempos de urgencia. Cenarius, el poderoso semidios, habitaba en los cercanos Prados de la Luna del Monte Hyjal. Sus hijos, los llamados Guardianes de los Bosques, se asentaron cerca de los elfos nocturnos y regularmente ayudaban a las Centinelas a mantener la paz en la tierra. Incluso las bellas hijas de Cenarius, las dríades, empezaron a aparecer en los claros con incrementada frecuencia.
Con los largos siglos por venir, y sin Malfurion a su lado, Tyrande nunca dejó de temer una segunda invasión demoníaca. Nunca dejó de pensar que la Legión Ardiente seguía allí, más allá de la Gran Oscuridad del cielo, planeando su venganza sobre los elfos nocturnos y el mundo de Azeroth.
Capítulo 2: El Nuevo Mundo
La fundación de Quel´thalas
Según la biblioteca secreta de los Altos Elfos
(6800 años antes de la Primera Guerra)
Los Altos Elfos, liderados por Dath´Remar, dejaron Kalimdor atrás y retaron las tormentas del Maelstrom. Sus flotas navegaron el ancho mundo por muchos años, y descubrieron misteriosos reinos perdidos a lo largo de su viaje. Dath´Remar, quien había tomado el nombre de Sunstrider (“El que camina de día”), buscaba lugares de gran poder sobre los cuales construir el nuevo hogar de su pueblo.
Su flota finalmente llegó a las playas de un continente que más tarde sería llamado Lordaeron. Desembarcando, los altos elfos fundaron un asentamiento en los tranquilos Claros de Tirisfal. Después de pocos años, muchos de ellos comenzaron a volverse locos. Los sacerdotes altos elfos teorizaron que algo maligno dormía en esta parte particular del mundo, pero los rumores nunca pudieron ser probados. Los Altos Elfos levantaron su campamento y se movilizaron hacia el norte, donde existía otra zona rica en energías.
Conforme los Altos Elfos cruzaban las ricas tierras montañosas de Lordaeron, su viaje se volvía cada vez más difícil. Desde que se cortó su relación con las energías del Pozo de la Eternidad, muchos de ellos cayeron por el frío clima o murieron de enfermedades. El más desconcertante cambio, sin embargo, fue el hecho de que ya no eran inmortales ni inmunes a los elementos. Se volvieron más pequeños de lo que eran, y su piel se volvió blanca, perdiendo el color púrpura característico de su raza, y su cabello se volvió rubio, como el sol. Para complicar sus trabajos, encontraron increíbles criaturas que nunca habían visto en Kalimdor. También encontraron una tribu primitiva de humanos que cazaba en los antiguos bosques. Sin embargo, el mayor reto fue enfrentarse a los voraces y astutos trolls de Zul’Aman.
Estos trolls habían formado un gran reino, el Imperio Amani, y tenían la capacidad de regenerar su piel y sus miembros ante las más terribles lesiones, pero probaron ser una raza barbárica y malvada, y demostraban ser hostiles a los extranjeros que traspasaban sus fronteras. Los elfos desarrollaron una profunda animadversión por los viciosos trolls y los mataron donde quiera que los encontraban. Por siglos, el Imperio Amani combatió a otros reinos trolls que se habían asentado en los continentes del sur, los Gurubashi de la Jungla de Strangletorn, pero la llegada de los Altos Elfos fue considerada un insulto para sus ancestros y sus dioses.
Después de muchos años, los Altos Elfos finalmente encontraron una tierra que era parte remanente del antiguo continente de Kalimdor. En las profundidades de los bosques del continente, fundaron el reino de Quel´thalas, y se abocaron a crear un poderoso imperio que superara el de sus primos Kaldorei. Desafortunadamente la ciudad fue fundada sobre los restos de un antiguo asentamiento que los trolls consideraban sagrado. Casi inmediatamente, los trolls comenzaron atacar los asentamientos elfos en masa.
Los elfos, decididos a no abandonar su nueva tierra, utilizaron su magia para combatir a los salvajes trolls. Bajo el liderazgo de Dath’Remar, fueron hábiles para derrotar a las bandas guerreras de los Amani, que los superaban diez a uno. Algunos elfos, sin embargo, recordando las anteriores prevenciones de los Kaldorei, temieron que el uso de la magia pudiera llamar la atención de la derrotada Legión Ardiente. Por lo tanto, decidieron defender sus tierras con una barrera protectora que les permitiera realizar sus encantamientos. Construyeron una serie de monolíticas Runas en varios puntos alrededor de Quel´thalas que demarcaran las fronteras de la mágica barrera. Las Runas no solamente enmascaraban la magia elfa de ser detectada por otras dimensiones, sino que les ayudó a ahuyentar las supersticiosas bandas de trolls.
Con el paso del tiempo, Quel´thalas se transformó en un monumento al progreso mágico de los Altos Elfos. Sus vetustos palacios fueron forjados con el mismo estilo estructural que los antiguos salones en Kalimdor, pero respetando la topografía de la tierra. Quel´thalas comenzó a brillas como la joya que los Altos Elfos siempre soñaron. El Concejo de Silvermoon fue fundado para regir el poder sobre Quel´thalas, pero la dinastía de los Sunstrider siempre mantendría un módico poder político sobre la ciudad. Compuesto por siete de los más grandes señores de los Altos Elfos, el Concejo trabajaba para asegurar la seguridad de las tierras elfas y su pueblo. Rodeados por su barrera protectora, los Altos Elfos olvidaron las advertencias de los Elfos Nocturnos y continuaron usando la magia en casi todos los aspectos de sus vidas. En el centro de Silvermoon, sobre una enorme isla al norte de Zul’Aman, crearon el Pozo del Sol, con aguas remanentes del Pozo de la Eternidad que habían traído desde Kalimdor.
Casi por cuatro mil años los elfos nocturnos vivieron pacíficamente dentro de la seguridad de su reino. Sin embargo, los conflictivos trolls no eran fáciles de derrotar. Estos se escondían en la profundidad de los bosques y esperaban que el número de sus bandas creciera. Hasta que, finalmente, un poderoso ejército troll emergió de los sombríos bosques e inició el asedio de la brillante Quel´thalas.
La Edad del Hombre - Arathor y las Guerras de los Trolls.
(2800 años antes de la Primera Guerra)
Mientras los Altos Elfos peleaban por sus vidas contra el continuo asedio de los trolls, los primitivos y nómadas humanos de Lordaeron peleaban por consolidar sus propias tierras tribales. Las tribus de la temprana humanidad luchaban unas contra otras con muy poca identidad de unidad u honor. Hasta que una de las tribus, conocida como los Arathi, tomó conciencia que la amenaza troll era muy grande para ser ignorada. Los Arathi se dispusieron a unir todas las tribus bajo su égida y proveer un frente unificado contra los trolls.
Durante el curso de los siguientes seis años, los astutos Arathi manipularon y derrotaron a las tribus rivales. Con cada victoria, los Arathi ofrecían paz e igualdad a los pueblos conquistados, con lo que se ganaban la lealtad del pueblo derrotado. Eventualmente, la tribu Arathi logró incorporar muchas tribus dispersas, y las filas de su ejército se volvieron enormes. Considerando necesario prevenir un inminente ataque de los trolls, e incluso a los reclusivos altos si fuese necesario, los altos señores Arathi decidieron construir una poderosa ciudad-fortaleza en la región sureste de Lordaeron. La ciudad-estado, llamada Strom, se convirtió en la capital de la nación Arathi, Arathor. Conforme Arathor prosperaba, humanos de todo el inmenso continente viajaron hacia el sur, hacia la seguridad de Strom.
Unidos bajo un solo estandarte, las tribus humanas desarrollaron una fuerte y optimista cultura. Thoradin, rey de Arathor, tenía conocimiento de la existencia de los misteriosos elfos de las tierras del norte, y del constante asedio de estos por los trolls, pero él rehuía arriesgar la seguridad de su gente para defender a los reclusivos extranjeros. Muchos meses pasaron hasta que rumores acerca de la derrota de los elfos llegaron del norte. No fue sino hasta que los embajadores de Quel´thalas llegaron a Strom que Thoradin decidió enfrentar la amenaza troll.
Los elfos informaron a Thoradin que los ejércitos troll eran inmensos y que una vez que los trolls destruyeran Quel´thalas, se volverían a atacar el sur. Los desesperados elfos, en su necesidad de ayuda militar, prometieron entrenar a un selecto grupo de humanos en la magia a cambio de la ayuda contra las bandas de guerra troll. Thoradin, sin conocer ninguna magia, decidió ayudar a los elfos. Casi inmediatamente, hechiceras elfas llegaron a Arathor y comenzaron la instrucción de los humanos en los caminos de la magia arcana.
Los elfos descubrieron que algunos humanos tenían una capacidad innata para controlar la magia, y una afinidad natural hacia ella. Cien hombres fueron instruidos en los secretos mágicos básicos de los elfos: no más absolutamente de los necesarios para combatir a los trolls. Convencidos de que sus estudiantes humanos estaban listos para ayudarles, los elfos dejaron Strom y viajaron hacia el norte al lado de los poderosos ejércitos del rey Thoradin.
Los ejércitos unidos de elfos y humanos irrumpieron fuertemente contra las bandas de trolls al pie de las Montañas Alterac. La batalla duró muchos días, pero los ejércitos de Arathor no se retiraron hasta que el último troll cayera. Los señores elfos dejaron caer todo el poder de su magia sobre los enemigos. Los cien magos humanos y una multitud de hechiceras elfas llamaron la furia de los cielos y la dejaron caer sobre los ejércitos trolls. Los fuegos elementales prevenían la regeneración de las heridas de los trolls y quemaban sus torturadas formas desde el interior.
Con los ejércitos trolls derrotados y en retirada, los ejércitos de Thoradin embistieron a cada uno de sus soldados. Los trolls nunca se recobrarían de su derrota, y la historia nunca volvería a ver a los trolls como una nación unida de nuevo. Segura Quel´thalas de la destrucción, los elfos juraron lealtad y amistad a la nación humana de Arathor y a la línea real de Thoradin. Humanos y elfos tendrían relaciones pacíficas en las épocas venideras.