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 Historia del WoW (3º Parte)

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Malkav
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MensajeTema: Historia del WoW (3º Parte)   Historia del WoW  (3º Parte) Icon_minitimeMiér Mar 12, 2008 11:57 am

El Ocaso del Mundo

Malfurion y sus compañeros entraron en el corazón del templo de Azshara. Una vez en la cámara principal, encontraron a los Bien Nacidos en medio del final de su oscuro encantamiento. El comunal hechizo había creado un vórtex inestable de poder sobre las turbulentas aguas del Pozo. La voluminosa sombra de Sargeras se apresuraba a cruzar el portal hacia la superficie, por lo que Malfurion se decidió a atacar.

Pero Azshara estaba más que preparada para su arribo. Todos los aliados de Malfurion fueron capturados antes de que estos atacaran a la enloquecida reina. Tyrande, tratando de atacar a Azshara por detrás, fue detenida por la guardia personal de Bien Nacidos. Al luchar contra ellos, la hermosa sacerdotisa sufrió graves heridas en sus manos. Al ver la caída de su amada, Malfurion entró en una terrible cólera y se dispuso a acabar con la vida de la reina.

Para su sorpresa, Illidan apareció desde las sombras cerca de una de las orillas del lago. Conociendo que la destrucción del Pozo impediría que volviese a practicar la magia de nuevo, Illidan se convenció a si mismo de abandonar al grupo y prevenir a los Bien Nacidos del plan de su hermano. Debido a la locura secundaria a su adicción y al reciente romance de su hermano con su amada Tyrande, Illidan no sintió ningún remordimiento en traicionar a Malfurion y aliarse con Azshara y los suyos. Illidan estaba dispuesto a defender el Pozo por todos los medios necesarios. Portando unos frascos mágicos especialmente manufacturados para su propósito, Illidan los llenó con el agua procedente del Pozo. Convencido que los demonios destrozarían la civilización de los elfos nocturnos, planeó robar las sagradas aguas y tomar sus energías para sí mismo.

Azshara, habiendo recibido la advertencia de Illidan, entabló una terrible batalla con Malfurion, quien, con el corazón destrozado por la traición de su hermano, estaba dispuesto a vencer o morir. Pero el hechizo de los Bien Nacidos había entrado en un caos tremendo al ser atacados, y el inestable portal sobre las ondas del Pozo explotó en una catastrófica tormenta que llevaría al ocaso al mundo entero. La masiva explosión resquebrajó el templo hasta sus bases y una serie de estremecedores terremotos abrieron la torturada tierra. Como la terrorífica batalla entre la Legión y los Elfos Nocturnos se realizaba alrededor de la ruinosa ciudad capital, el Pozo de la Eternidad colapsó sobre todos ellos.
Las ondas de choque de la implosión del Pozo rompieron las bases del mundo. Los mares bramaron e invadieron la tierra. Cerca del ochenta por ciento de la masa de Kalimdor fue consumida, separándose en continentes separados por un nuevo y embravecido océano. En el centro del nuevo mar, donde una vez estuvo el Pozo de la Eternidad, una tumultuosa tormenta de mareas enfurecidas y caóticas energías se formó. La terrible tormenta, conocida como el Maelstrom, nunca cesaría su furiosa vorágine. Se constituiría en el recuerdo de la terrible catástrofe… y la utópica era que se había perdido para siempre.

El Monte Hyjal y la Ofrenda de Illidan

En la nueva costa del destruido continente, dos cuerpos yacen inconscientes sobre la arena. Tyrande lentamente despierta, aún aturdida por la terrible explosión del Pozo de la Eternidad. Sobresaltada por la imagen de la muerte de su amado, se abalanza sobre el cuerpo de Malfurion quien, agotado por la lucha, se halla a su lado. Por la gracia de Elune habían sido salvados de la hecatombre. Sobre uno de los riscos de la costa, el semidios Cenarius le sonreía a la sorprendida sacerdotisa, quien aún no comprendía que su poderoso amigo les había rescatado de una muerte segura.

Los pocos elfos nocturnos que habían sobrevivido a la horrible explosión se habían reunido cerca de la costa. Los agotados héroes decidieron guiar a sus compañeros sobrevivientes para establecer un nuevo hogar para su pueblo. Aunque Sargeras y la Legión habían sido desterrados del mundo por la destrucción del Pozo, Malfurion y los suyos observaron el terrible costo de la victoria.

Entonces se dieron cuenta de que muchos de los Bien Nacidos habían sobrevivido al cataclismo. Ellos hicieron su camino por las riberas de la nueva tierra con los otros elfos nocturnos. Aunque Malfurion desconfiaba de las motivaciones de los Bien Nacidos, estaba seguro de que no serían una amenaza sin las energías del Pozo.

Para alegría de los elfos nocturnos, descubrieron que la montaña sagrada, Hyjal, había sobrevivido a la catástrofe. Buscando establecer un nuevo hogar para ellos mismos, Malfurion y los elfos nocturnos escalaron las faldas de Hyjal, hasta el valle allende el monte. Al descender al valle, entre los enormes picos de la montaña, encontraron un pequeño y tranquilo lago. En ese momento, uno de los Bien Nacidos se lanzó sobre las aguas con alegría indescriptible. Para horror de todos, las aguas del lago rebozaban de magia.

Illidan, que había sobrevivido al Ocaso, había llegado a Hyjal mucho antes que Malfurion y los elfos. En su locura por mantener fluyendo la magia en el mundo, Illidan había vaciado sus frascos con las preciosas aguas del Pozo de la Eternidad, en el lago de la montaña. Las potentes energías del agua rápidamente había formado un nuevo Pozo de la Eternidad. El exultante Illidan, creyendo que su nuevo Pozo era una ofrenda para las futuras generaciones, se vio contrariado cuando Malfurion le lanzó sobre el suelo. Malfurion le dijo a su hermano que la magia era innatamente caótica y que su uso inevitablemente llevaría a la corrupción y el sufrimiento. Sin embargo, Illidan se negó a abandonar sus poderes mágicos, y una vez más, el conflicto surgió entre los gemelos.

Sabiendo que la tendencia de Illidan a irrespetar los esquemas lo llevaría a romper las reglas, Malfurion decidió acabar de una vez por todas con la locura de poder de su hermano. Con la ayuda de Cenarius, Malfurion encerró a Illidan en una basta prisión bajo la superficie, las Tálamos Profundos, donde su apetito de poder se consumiría hasta el final de los tiempos. Para asegurar la prisión de su hermano, Malfurion encargó a una joven Guardiana, Maiev Shadowsong, para ser la carcelera personal de Illidan. Cenarius, a su vez, encomendó a uno de sus hijos, Califax el Guardián del Bosque, de asistir a la Guardiana en la custodia de Illidan durante las edades por venir.
Considerando que la destrucción del nuevo Pozo podría provocar una nueva catástrofe, los elfos nocturnos resolvieron no tocarlo. Sin embargo, Malfurion declaró que nadie volvería nunca a practicar de nuevo las artes mágicas. Bajo el ojo vigilante de Cenarius, los elfos comenzaron a estudiar las antiguas artes del druidismo con el propósito de sanar la tierra y hacer crecer de nuevo sus amados bosques en las faldas del monte Hyjal.
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